domingo, 3 de abril de 2016

Amazonas - Fragmentos de un sueño.




Mi hermano y yo:

-¿Viste qué baratos están los tiquetes a Leticia? ¡Cómpralos!
-¿Y a qué vamos a ir al Amazonas? Convénzame.
-Pues no sé, es el Amazonas, siempre quisimos ir y está barato, cómpralo cómpralo!
-¿Cuántos días?
-¡Diez!
-No, eso es mucho.
-¿Entonces cuántos?
-Seis.
-¡Muy pocos!
-Entonces no.
-Bueno si, pero compra ya!
-Listo, comprados.

Es así como mi hermano y yo comenzábamos a cumplir otro de los varios sueños que tenemos en conjunto, ir al Amazonas… ¿A qué? Pues no sabíamos, pero ahí íbamos, tres meses después, montados en un avión rumbo a la muy alejada ciudad de Leticia, en el corazón Colombiano de la selva Amazónica (el Amazonas es tan grande que abarca seis países).



Cuando quise buscar información sobre “qué hacer” en el Amazonas para que mi hermano no se aburriera encontré tanta información que me daba pereza leer, de hecho creo que nunca leí nada en concreto, simplemente un día vi una foto de una casa de colores sobre el río Amazonas que se ofrecía como el hospedaje de ensueño, le mostré a mi hermano y dijimos: ¡Ahí tenemos que quedarnos! Ya ellos nos dirían que podríamos hacer, al menos el hospedaje estaba visto. Cuando les llamé me llevé la desilusión de que la casita en el agua ya no existía, era muy difícil mantener una casa en buenas condiciones sobre el río Amazonas con lo inesperado y extremo que el clima puede llegar a ser, pero me ofrecieron su hospedaje nuevo en medio de la selva, a 11 kms. de Leticia, lejos de la ciudad y cerca de todo lo que el Amazonas verdaderamente puede llegar a ser, eso también se oía interesante, de todas maneras no quería buscar nada más así que aceptamos; Dijimos que si también en gran parte porque los chicos de Hostal Hipilandia (el hospedaje en la selva) nos ofrecieron un plan de cuatro días que incluía un paseo de tres días en un bote sobre el río Amazonas haciendo turismo “alternativo”, no sabíamos que era eso pero también se oía bien, así sólo tendríamos que buscar qué hacer dos días más; Estando en una fiesta un día le conté a un amigo que trabaja en una agencia de viajes que  iba al Amazonas, me recomendó el hotel “Amazon B&B”, le busqué, me gustó, le reservé y listo, plan completo.


Hipilandia Hostal.


               


                     -Podría extenderme muchísimo en cuanto a lo que el visitar la selva Amazónica o al menos esa pequeña parte que pertenece a Colombia significó para nosotros, un sueño podría ser la palabra más fácil porque no creo que exista la palabra exacta para definir la grandeza y lo increíble que estar en ese lugar. La atemporalidad de nuestro viaje hizo que fuera básicamente como eso, como un sueño, rodando en un bote días enteros sobre el inmenso río Amazonas, sintiendo el sol salir a nuestras espaldas y ocultándose al final del día frente a nuestros ojos, regalándonos los más increíbles atardeceres de nuestras vidas mientras los delfines saltaban para nosotros… Y las aves y los monos y los lagartos… (Y los mosquitos jaja). Podría extenderme tanto que a usted también le daría pereza leerme, por lo que dicho esto, ahora vamos a ponernos prácticos, dividiré la historia de lo que hemos hecho en dos partes: La primera parte que hicimos con los chicos de hipilandia “la alternativa” y la segunda parte, la convencional, hospedados en el “Amazon B&B” de la ciudad de Leticia.-










PRIMERA PARTE:

*Llegando a Leticia y después de pagar el impuesto de entrada (21.000 COP) salimos del aeropuerto y nos encontramos con nuestro anfitrión Eddier “El mostro”, quien con su camisa de estampado escamoso y vivos colores nos recogió en el aeropuerto y nos llevó hasta el hospedaje metido en la selva, tuvimos que entrar con botas pantaneras y todo, este día lo dedicaríamos a relajarnos, acostumbrarnos a la onda de la gente de hipilandia y al clima extremo de la selva amazónica (el más extremo que he vivido hasta ahora).

*Al día siguiente nuestra parada sería el colorido puerto de Leticia, desayunamos en el mercado de la ciudad y partimos en busca del “hipimovil” la casa/bote que sería nuestro hogar por los siguientes tres días.

HIPIMOVIL.


*Ya a bordo del hipimovil nuestra primera parada fue la “Reserva Natural de la victoria regia”, allí además de apreciar la magnífica victoria regia también pudimos conocer algunos gigantescos árboles amazónicos, sus propiedades y sus influencias en las tradiciones indígenas, algunas otras plantas frutales y medicinales, vimos algunos monos y posamos con dos coquetas guacamayas.



* Nuestra segunda parada fue “Loma Linda”, allí compartimos con la gente de la comunidad, nos mostraron un poco la forma como viven, nos enseñaron de sus costumbres y nos dieron mucho de su amabilidad y sonrisas.


*Nuestra siguiente parada ese día sería “El Vergel”, comunidad a orillas del río dónde descansaríamos esa noche, pero antes de irnos a dormir conocimos a “Don Gato” quien nos llevó a una caminata de una hora y media por la selva en medio de la noche, obligándonos a afinar nuestros sentidos y enseñándonos más de las plantas, sus propiedades y los mitos amazónicos, regresando a la comunidad tomamos una pequeña lancha para irnos a “caimanear” o sea buscar caimanes, en medio de la noche, sobre el intimidante río Amazonas. ¡Muy emocionante! (miedoso jaja). No encontramos ningún caimán pero bueno, le intentaríamos después.

Atardecer en la comunidad de "El Vergel"

Don Gato enseñándonos cosas de la selva en medio de la noche.



*Al siguiente día temprano Don Gato pasa por nosotros a nuestro hippimovil otra vez pero esta vez en su barquita nueva, nos llevaría a estrenarla en un paseo por el río Guacarí, allí nadaríamos un poco, pescaríamos (o al menos haríamos el intento) y compartiríamos con un par de amables pescadores de la comunidad de “Puerto Triunfo”, regresamos y partimos de nuevo en nuestra casa/bote sobre el Amazonas.



*La siguiente parada sería la comunidad indígena artesanal de “Macedonia”, allí paseamos un poco por sus pequeñas callecitas, vimos algunos talleres de artesanías y por supuesto, compramos algunos recuerdos.

Comunidad de Macedonia, al fondo el río Amazonas.

     
      *Un poco más abajo por el Amazonas desviamos nuestro paso y agarramos el río “Loretoyacu” o simplemente Loreto, ahí parqueamos nuestro bote a orillas de “Puerto Nariño” que es por lejos unos de los pueblos más bellos, pintorescos y particulares que he conocido, caminamos por sus calles, comimos helados de frutos amazónicos y nos subimos al mirador, desde lo más alto pude decir también que es una de las vistas más hermosas que he podido tener: El rio Loreto, El río Amazonas, el lago Tarapoto, el pueblo, sus callecitas libres de autos o motos y la inmensa selva amazónica, increíble! Me encantó.

Vista desde el mirador de Puerto Nariño.

Puerto Nariño y el único carro que anda por sus calles, el de la basura.






*Regresamos al río y tomamos nuestro bote de nuevo, como suelo olvidar todo entonces me subí al pequeño mezzanine del bote para escribir cosas en mi libreta cuando de repente me cae una guacamaya azulamarilla encima, me pega tremendo susto, los chicos se ríen y me dicen que me relaje, que es amiga del bote, que siempre que lo ve pasar por el pueblo baja a saludar y a pedir algún postre, hermosa (muy loco).

La amiga con su postre.




*Después del susto y dejar todo bien apuntadito seguimos por el rio Loreto hasta el lago Tarapoto mientras caía un magnifico atardecer, como casi todos en el Amazonas, allí en aquel lago de aguas tranquilas y paisaje de sueños pudimos ver los delfines rosados, grandes y tranquilos coqueteando con nosotros, nos metimos a nadar hasta cansarnos cuando ya casi era de noche pero antes de dormir… Otra vez a buscar caimanes, pero esta vez iríamos en nuestro bote y con un chico de la comunidad de Tarapoto, él los buscó por nosotros y los trajo hasta el bote, nos contó un poco sobre ellos, sobre lo mucho que ha mermado su población, lo importante que es valorarlos y cuidarlos, unas cuántas fotos y volvimos a soltarlos.


Lago Tarapoto, maravilloso! 


*El tercer día amanecimos amarrados a un árbol en medio del lago Tarapoto (¿magnifico no?), llovía un poco y era nuestro último día por lo que no queríamos partir, pero como todavía teníamos cosas por ver, arrancamos!... Saliendo del lago se nos vienen los delfines encima, los rosados y los grises, jugueteando locos con nosotros, mi guía se emocionó tanto que lanzó al agua con ellos sin importarle el frío de la mañana, seguro ese inusual frenesí fue su amable despedida.


*Los micos, la infaltable foto con los micos, le conté a mis guías que quería ir a la isla de los micos a sacarme esa icónica foto amazónica con mi cabeza llena de micos a lo que ellos respondieron al unísono: “No vamos a permitir que vayas  a ese circo! Tenemos una mejor idea” y bueno, después de nadar con los delfines allá íbamos, cerca del Tarapoto está el alto del fraile, pequeño hospedaje-reserva donde los micos habitan, pero en lugar de lanzarse como locos sobre tu cabeza (y pertenencias), eres tú el que tiene que hacer monerías para que bajen y se acerquen, más auténtico y lo mejor: Gratis!


*El pirarucú es otro icono de la selva Amazónica, además de probarlo también queríamos verlo así que allá sería nuestra próxima parada, llegamos otra vez a Puerto Nariño y agarramos un sendero entre la selva que nos llevaría como una hora después hasta un santuario de peces, nos entregan una bolsa llena de carne podrida y nos subimos al mirador que está al lado de los lagos para lanzarles comida y admirarlos en todo su esplendor, fantásticos animales!


*De esta manera iría terminando nuestra primera memorable y maravillosa parte del viaje amazónico con los chicos de hipilandia, regresamos suave hasta Leticia y luego hasta nuestro hostal en medio de la selva otra vez, para descansar esa noche allí y compartir con los demás la experiencia. (En el noticiero, cuando vaya lo entenderá jaja).



Así pasa el tiempo a bordo del hipimovil.



SEGUNDA PARTE:


*El día quinto ya estábamos por nuestra cuenta, dejamos con tristeza hipilandia y a los chicos y con una viajera peruana que conocimos la noche anterior nos fuimos a hacer deporte extremo para olvidar las penas. Caminamos hasta el kilómetro 10 para encontrar la reserva natural Omagua, allí haríamos rappel, canopy, caída libre y otras cosas sobre los inmensos árboles amazónicos, estuvo cansado pero muy muy bueno. (Dato extra: la reserva funciona también como centro de rescate y recuperación de animales silvestres, aparte tienen casitas en los árboles que sirven como hospedaje, preciosas y barato!).




Tomamos el bus y llegamos a Leticia para que la Peruana comprara pesos y todos compráramos reales, nuestra próxima parada sería el lado brasilero, Tabatinga.

Tabatinga es una ciudad fea en realidad pero teniendo la particularidad de que con solo cruzar esa línea imaginaria entre Colombia y Brasil todo cambie de verdad pues a mí me ha gustado mucho, otro país, otro idioma, otra cultura, otra moneda, otra cosa! Nuestro chofer nos dejó en el primer restaurante que vio pero grave error, era un restaurante peruano! Jaja. Así que con dificultad fuimos preguntando por ahí hasta encontrar un verdadero restaurante brasilero, afortunadamente la gente es amable y llegamos pronto al “tres fronteras” muy lindo, muy bien atendido y la comida interesante, salimos bien llenos y caminamos hasta llegar al puerto, desordenado y agitado, regresamos y donde escuchamos un vallenato ahí nos metimos a preguntar si había alguna plaza principal, el chico que afortunadamente era Colombiano nos explicó y hasta allá fuimos, nos sacamos fotos, compramos cachaça, comimos açai, nos gastamos nuestros últimos reales en chocolates y nos sacamos más fotos súper felices en una tienda de artesanías, Tabatinga no es el pueblo bonito de ensueño que uno pensaría en visitar pero la verdad nosotros sí que lo hemos disfrutado!

Iglesia de Tabatinga.

               

            En la tarde y ya sin nuestra amiga peruana hemos decidido ir al parque principal de Leticia a ver el espectáculo de aves que se da al atardecer y del que tanto nos habían hablado, entramos a la iglesia, pagamos unos pesitos, subimos hasta la punta y bueno, mi hermano que casi nunca dice nada ha dicho:

“¡Wow! A cosas como estas es a lo que debe referirse la gente cuando dicen que Colombia es realismo mágico”. Y de ahí en adelante puros “wow” “increíble” “surreal” “absurdo” “precioso” “mágico”…

Parque de Leticia.

Desde la punta de la iglesia.


Nuestro sexto y último día nos levantamos con ganas de todo menos de dejar el Amazonas, nos había atrapado y enamorado perdidamente pero, aún nos quedaban cositas por ver así que salimos de nuestro hotel, atravesamos las calurosas calles de Leticia, llegamos al puerto y tomamos un bote hasta Santa Rosa / Perú.
Santa Rosa es más pintoresco y pequeñito, puras casitas de madera que dan a un lado por la única calle de Santa Rosa y al otro lado al río Amazonas, caminamos y caminamos hasta que nos cansamos, nos sentamos bajo la sombra de un árbol y nos dejamos contagiar de la tranquilidad y la paz del lugar, regresamos y compramos un ceviche peruano de pirarucú para el almuerzo, con inka cola, cerveza y música peruana por supuesto!


Callecita de Santa Rosa.

          Volvimos a Leticia en otro pequeño bote, recorrimos las calles con suavidad como con ganas de quedarnos con más de lo que ya se nos había ofrecido, compramos otro poco de artesanías, dejamos nuestro lindo hotel y partimos al aeropuerto, con más ganas de quedarnos por siempre que de partir, la verdad…





Datos Útiles:

-Los mosquitos son una verdadera molestia y no se los va a quitar de encima tan fácilmente pero haga lo posible, use ropa que cubra lo que más pueda, ropa que no sea negra, tome tiamina y complejo B 10 días antes del viaje y use repelente, mucho repelente!

-El agua no es potable así que trate de andar con su tarro para hidratarse y tenga cuidado cuando le ofrezcan tentadores jugos en agua de frutas amazónicas.

-Puede ponerse en contacto con mis amigos de hipilandia en el número +57 3224209468 (también wsp), si se decide a ir con ellos por favor llevar saludos de parte del amigo Richy, ellos ya saben. Dependiendo de los días que tenga en el Amazonas ellos le ayudarán a organizar todo el plan.

-El hotel Amazon B&B no es tan económico pero el desayuno está incluido dentro del precio (Tremendo desayuno), está muy bien ubicado, muy lindo, cómodo y muy bien atendido.El contacto es: 310 777 2249.

-Subir a la torre de la iglesia de Leticia cuesta solamente 1 dólar ¡Tiene que ver el atardecer desde allá! (No entiendo cómo es que no había nadie).

-Para ir a Tabatinga desde Leticia tome un motocar, rápido y barato.

-Para ir a Santa Rosa tome un bote en el puerto, también es rápido y barato.

-La subida al mirador de Puerto Nariño cuesta 5.000 COP, vale la pena.

-En ninguna parte nos pidieron certificado de vacunas pero el sentido común va primero, vacúnese! (fiebre amarilla, tétano).

-El bloqueador solar y sombrero también son elementos importantes.

-Aparte de la cámara fotográfica en varios momentos quisimos tener con nosotros unos buenos binoculares, si los tiene no dude en llevarlos.

-Relájese, disfrute, respete mucho y enamórese del Amazonas.











  

miércoles, 24 de febrero de 2016

El Jardín de Antioquia




Basílica de Jardín.


          Llegar a Jardín desde Medellín no fue precisamente un camino de rosas, más bien fue un paseo bastante espinoso, la carretera es angosta y había llovido mucho por lo que nos encontramos con varios accidentes, buena parte de la vía atraviesa una  zona de derrumbes así que una que otra piedra que nos golpeaba en alguna curva hacía que yo, bien grandote, me quedara pegado del techo del pequeño bus, literalmente; Sin embargo el llegar a un pueblo tan bello después de recorrer todos estos paisajes  del sur antioqueño hace que las tres horas de viaje hayan valido la pena.

Encontrarme en medio de un digno representante de esa magia y belleza del “paisaje cultural cafetero” de Colombia era algo que no me esperaba y que me hacía muy feliz.


Jardín entre montañas.



Colorida cotidianidad de Jardín.




Leyendo información sobre “qué hacer” en Jardín me encontraba con infinidad de opciones pero casi todas eran caminatas de muchas horas en medio de sus bosques, escalar cascadas y atravesar ríos, cosas que no me molestan para nada pero con las ganas absolutas que tenía de descansar y un pequeño accidente que tuve una semana antes del viaje pues preferí llegar y averiguar que había para un hombre con deseos de tranquilidad en un pueblo que a pesar de ser pequeño tiene  un montón de agitadas actividades por ofrecer en sus alrededores.











Empecé mi día muy tarde en la mañana pues aún caía algo de lluvia y el ritmo lánguido del pueblo se prestaba para que mi pereza me detuviera en la cama, pero fui fuerte, me levanté, me bañé y salí a buscar algo de comer, me tomé un buen café en una pequeña tienda del parque y la chica que me atendió me dijo que fuera al punto de atención turística del pueblo, frente a la alcaldía, que allí me despejarían las dudas, me fui caminando suave al punto aquél y me atendió una chica muy amable, entendió mi situación y me recomendó tres planes para un casi lisiado como yo: 

Caminar hasta “Charco Corazón”, pasear por el cable y al final de la tarde ir al avistamiento del gallito de roca.

Salí directo del punto de información turística a la caminata hasta “charco corazón” y la cascada del amor, atravesando un viejo camino de piedra de la época de la colonización, algunas casas y bosques hasta llegar a la cascada, 35 metros de altura y supersticiones de amores eternos, muy linda, seguí la caminata atravesando un viejo puente hasta llegar al charco corazón, bello rinconcito del río en medio de las montañas, me senté a descansar mi pierna que me dolía, pensé que a lo mejor no había sido buena idea caminar tanto pero bueno, después que la chica me mostrara algunas fotos no me pude resistir, regresé con tranquilidad al pueblo dejé cargando mi celular y mi cámara en el hotel para el avistamiento de aves en la tarde, por eso no tengo fotos del paseo en el cable, pero también es tranquilo y lindo, se toma a unas cuadras del parque y te lleva hasta un bello mirador en las montañas.


El camino de herradura.




Charco Corazón.






La cascada del amor.




Regresé corriendo al pueblo pues la hora del avistamiento era estricta, 4:00 PM y nadie en todo el día había sabido darme información de dónde quedaba el lugar, llamé al número que había en internet y no contestaban así que mientras descansaba un poco en mi hotel me preocupaba por no poder ver estos maravillosos animales que me gustan tanto pero esta vez no en un zoológico si no en su hábitat natural, los bosques andinos.

Ya casi siendo la hora me regresa la llamada Don Orlando, el dueño del lugar y me indica con claridad cómo llegar, me levanto y salgo corriendo pues no quería perderme ni un detalle, llego con facilidad y aunque Don Orlando no estaba, su esposa y un chico encargado me atendieron, soy tan afortunado que me encontré con este lugar justo en época de apareamiento de los gallitos, me montaron en una pasarela de madera que se adentra un poco en el bosque, me quedo sentadito y bueno, el ruidoso y colorido espectáculo en una sola palabra: INCREÍBLE! Tienen que verlo.












Cayendo la noche me regreso al pueblo que ya estalla en rancheras y música de montaña, campesinos borrachos, chicas alegres y familias refrescando el calor en el parque, me voy al hotel, me doy un buen baño, salgo a comer en “Zodiaco Restaurante” luego me premié con un postre unas casas más abajo, regresé al parque, compré unas cervezas, hice amigos y así terminaba mi paso muy feliz y emocionado por este estupendo y bello pueblo patrimonio.



Lo invito a ver este hermoso vídeo de Jardín:





Cómo llegar?

Desde Medellín tome un bus en la terminal del sur, tenga en cuenta que en la mañana sólo salen a las 05:45, 07:00 y 11:00 , el viaje dura 3 ó 4 horas, depende del tráfico y el estado de la carretera, no está tan buena.



Dónde Quedarse?

Yo me quedé en el hotel "Balcones del Parque" hay varias opciones para todos los presupuestos.



Qué hacer? 

Cómo dije antes la mayor parte de las actividades del pueblo giran en torno al turismo ecológico y casi de aventura con caminatas extensas por los bosques y cascadas, pero si quiere algo más tranquilo también hay algo para usted, no olvide pasar por el punto de información turística.

miércoles, 6 de enero de 2016

Monguí y su hermoso páramo de Ocetá

Páramo de Ocetá, maravilla natural.


           




___Después de bajarnos y subirnos en al menos cinco buses, esperar en las estaciones de al menos seis pueblos y diez largas horas de viaje, estábamos en Monguí, otro de los hermosos pueblos patrimonio de Boyacá. Nos habíamos dirigido hasta allí para pasar mi cumpleaños en medio de las montañas, aunque lo ideal habría sido estar tirados en una playa con música y cócteles, desde Monguí tomaríamos un viaje hasta otro de mis ecosistemas favoritos, un páramo, páramo que después de leer este pequeño fragmento de un artículo en un periódico nacional no pude dejar de ir a verlo con mis propios ojos:




                          “He aquí, incrédulos del mundo entero, el más hermoso páramo del planeta. La afirmación no es patriotería calenturienta. En primer lugar, el único país que posee páramos a todo lo largo de sus cordilleras es Colombia. Venezuela solo tiene una muestra en la prolongación de nuestra cordillera oriental hasta Mérida. Igualmente, Ecuador solo disfruta de páramos en el sector norte, como extensión de Colombia. Y Costa Rica, Bolivia y Perú poseen solo manchas de páramo. Los páramos existen únicamente en las grandes alturas ecuatoriales húmedas; en las grandes alturas tropicales secas se desarrolla la puna, dice el geógrafo Ernesto Guhl. Colombia es privilegiada; en cuánto los altímetros se acercan a los tres mil metros, aparecen en nuestras tres cordilleras los páramos.
Tan nos es exclusivo este ecosistema que, en los demás países del castellano, páramo significa otra cosa, muy diferente.”



Bellas calles de Monguí.





Llegamos a Monguí un martes en la noche y en temporada de receso escolar por lo que el pueblo estaba más pacífico y tranquilo que de costumbre, encontramos un pequeño pero muy bello hotel en la esquina de la plaza y no lo dudamos, ahí nos quedamos, salimos a buscar algo de comer, nos hicimos amigos de la gente del pueblo, tan amables y sonrientes, les contamos que queríamos ir al páramo y uno de los señores que tomaba cerveza en una tienda, Don Guillermo, nos ofreció a su hijo para que nos acompañara al páramo, sería como un paseo de vacaciones para él y la compañía de un experto para nosotros, ya que es muy fácil perderse por ahí si no se conoce la zona, con los contactos hechos y la barriga llena, nos fuimos a descansar.




Basílica de Monguí.




Me levanto muy temprano al día siguiente para sacar algunas fotos del pueblo antes de subir al páramo, pocas veces vi un amanecer tan soberbio como el de aquella mañana y eso que estaba en medio de las frías montañas, regreso y despierto a mi compañera de travesía, desayunamos en el bonito comedor del hotel y muy puntuales a las siete llegan nuestros guías (Diego el hijo de Don Guillermo y un primo suyo), tomamos el camino que está por la parte de atrás de la basílica y aunque un pequeño cartel al inicio del camino dice que nos quedarían tres alentadores kilómetros hasta el páramo, ya estábamos preparados para una caminata de día completo y así fue, nueve horas de caminata en medio de paisajes únicos y mágicos, nueve horas que con rodilla lesionada y todo disfruté como nunca, no podría haberme arrepentido jamás de pasar mi cumpleaños por estas hermosas y remotas montañas boyacenses que albergan uno de los ecosistemas más importantes y valiosos no solo del país si no del mundo (como dice el escritor del artículo)…













El hecho de ser corredor en estos cómodos 1.000 metros de altura donde vivo no sirve de nada en las alturas del páramo, no llevaba ni un kilómetro y ya me sentía morir, por eso es mejor andar el camino con suavidad, la altura puede hacer que uno se sienta mal, pierda la respiración, vomite y hasta se desmaye, tómelo con calma, los paisajes a lo largo del camino también le van a quitar el aliento.















Disfrutará de vestigios de las tribus sanohas, la caja del rey lugar de ritos y sacrificios, la ciudad de piedra y el maravilloso valle de los frailejones, cruzará los increíbles jardines y lagunas, jardines que ni al más talentoso de los paisajistas se le habrían ocurrido (razón principal por la que es considerado el páramo más bello del mundo), todo esto antes de llegar hasta la meta: El mirador de la laguna negra. 




La caja el rey. 
La ciudad de piedra custodiada por los frailejones.

Valle de los frailejones.

Jardines del páramo.



El mirador está en realidad cerca de la laguna y si usted tiene mejor estado físico o más tiempo puede ir, pero nosotros como en realidad nos habíamos tomado la travesía con calma ya debíamos tomar camino de regreso, pasando por la bellísima cascada de los Penagos y otros rincones del páramo dando finalmente en el pueblo al caer la tarde.



Nuestros guías y abajo la laguna negra.

Cascada de Los Penagos en medio de los bellos jardines.



Nos despedimos de nuestros guías de lujo, buscamos algo de comida, dejamos las cervezas para después y mejor nos fuimos a descansar felices de haber recorrido este maravilloso lugar de extraordinaria belleza y único en el mundo, lugar al que usted también debería darse el regalo de ir... no importa que no sea su cumpleaños!!!

Monguí es conocido también por ser el pueblo más bonito de Colombia y por ser el productor de los mejores balones, así que si usted no está tan dispuesto a la aventura del páramo, puede relajarse caminando por las calles, conocer a algunos de los artesanos, deleitarse con la gastronomía y encantarse con la amabilidad de su gente.


Cómo llegar? 

  • Desde Bogotá tome un bus a Tunja (capital de Boyacá), desde Tunja un bus a Sogamoso y desde Sogamoso un bus a Monguí, son más o menos 5 horas y 30.000 COP por trayecto.



Dónde quedarse?

  • Nosotros nos quedamos en el hotel "Monguí Plaza Hotel", buenísimo, bien atendido, bien ubicado, cómodo, desayuno incluido y si quiere le organizan la travesía al páramo.



Qué hacer?

  • Viste el museo del balón.

  • Obviamente vaya al páramo de Ocetá, como dije arriba puede contratar el tour con el hotel donde se hospede o puede salir, hacerse amigo de la gente y no le faltará algún espontáneo guía. El tour suele costar 50.000 COP por persona.