Mi hermano y yo:
-¿Viste qué baratos están los tiquetes a Leticia? ¡Cómpralos!
-¿Y a qué vamos a ir al Amazonas? Convénzame.
-Pues no sé, es el Amazonas, siempre quisimos ir y está barato,
cómpralo cómpralo!
-¿Cuántos días?
-¡Diez!
-No, eso es mucho.
-¿Entonces cuántos?
-Seis.
-¡Muy pocos!
-Entonces no.
-Bueno si, pero compra ya!
-Listo, comprados.
Es así como mi
hermano y yo comenzábamos a cumplir otro de los varios sueños que tenemos en
conjunto, ir al Amazonas… ¿A qué? Pues no sabíamos, pero ahí íbamos, tres meses
después, montados en un avión rumbo a la muy alejada ciudad de Leticia, en el
corazón Colombiano de la selva Amazónica (el Amazonas es tan grande que abarca
seis países).
Cuando quise buscar información sobre “qué hacer” en el
Amazonas para que mi hermano no se aburriera encontré tanta información que me
daba pereza leer, de hecho creo que nunca leí nada en concreto, simplemente un
día vi una foto de una casa de colores sobre el río Amazonas que se ofrecía
como el hospedaje de ensueño, le mostré a mi hermano y dijimos: ¡Ahí tenemos
que quedarnos! Ya ellos nos dirían que podríamos hacer, al menos el hospedaje
estaba visto. Cuando les llamé me llevé la desilusión de que la casita en el
agua ya no existía, era muy difícil mantener una casa en buenas condiciones
sobre el río Amazonas con lo inesperado y extremo que el clima puede llegar a
ser, pero me ofrecieron su hospedaje nuevo en medio de la selva, a 11 kms. de
Leticia, lejos de la ciudad y cerca de todo lo que el Amazonas verdaderamente
puede llegar a ser, eso también se oía interesante, de todas maneras no quería
buscar nada más así que aceptamos; Dijimos que si también en gran parte porque
los chicos de Hostal Hipilandia (el hospedaje en la selva) nos ofrecieron un plan de
cuatro días que incluía un paseo de tres días en un bote sobre el río Amazonas
haciendo turismo “alternativo”, no sabíamos que era eso pero también se oía
bien, así sólo tendríamos que buscar qué hacer dos días más; Estando en una
fiesta un día le conté a un amigo que trabaja en una agencia de viajes que iba al Amazonas, me recomendó el hotel
“Amazon B&B”, le busqué, me gustó, le reservé y listo, plan completo.
Hipilandia Hostal. |
-Podría extenderme muchísimo en cuanto a lo que el visitar
la selva Amazónica o al menos esa pequeña parte que pertenece a Colombia
significó para nosotros, un sueño podría ser la palabra más fácil porque no
creo que exista la palabra exacta para definir la grandeza y lo increíble que
estar en ese lugar. La atemporalidad de nuestro viaje hizo que fuera
básicamente como eso, como un sueño, rodando en un bote días enteros sobre el
inmenso río Amazonas, sintiendo el sol salir a nuestras espaldas y ocultándose
al final del día frente a nuestros ojos, regalándonos los más increíbles
atardeceres de nuestras vidas mientras los delfines saltaban para nosotros… Y
las aves y los monos y los lagartos… (Y los mosquitos jaja). Podría extenderme
tanto que a usted también le daría pereza leerme, por lo que dicho esto, ahora
vamos a ponernos prácticos, dividiré la historia de lo que hemos hecho en dos
partes: La primera parte que hicimos con los chicos de hipilandia “la
alternativa” y la segunda parte, la convencional, hospedados en el “Amazon
B&B” de la ciudad de Leticia.-
PRIMERA PARTE:
*Llegando a Leticia
y después de pagar el impuesto de entrada (21.000 COP) salimos del aeropuerto y
nos encontramos con nuestro anfitrión Eddier “El mostro”, quien con su camisa
de estampado escamoso y vivos colores nos recogió en el aeropuerto y nos llevó
hasta el hospedaje metido en la selva, tuvimos que entrar con botas pantaneras
y todo, este día lo dedicaríamos a relajarnos, acostumbrarnos a la onda de la
gente de hipilandia y al clima extremo de la selva amazónica (el más extremo
que he vivido hasta ahora).
*Al día siguiente nuestra parada sería el colorido
puerto de Leticia, desayunamos en el mercado de la ciudad y partimos en busca
del “hipimovil” la casa/bote que sería nuestro hogar por los siguientes tres
días.
HIPIMOVIL. |
*Ya a bordo del hipimovil nuestra primera
parada fue la “Reserva Natural de la victoria regia”, allí además de apreciar
la magnífica victoria regia también pudimos conocer algunos gigantescos árboles
amazónicos, sus propiedades y sus influencias en las tradiciones indígenas,
algunas otras plantas frutales y medicinales, vimos algunos monos y posamos con
dos coquetas guacamayas.
* Nuestra segunda parada fue “Loma Linda”, allí
compartimos con la gente de la comunidad, nos mostraron un poco la forma como
viven, nos enseñaron de sus costumbres y nos dieron mucho de su amabilidad y
sonrisas.
*Nuestra siguiente
parada ese día sería “El Vergel”, comunidad a orillas del río dónde descansaríamos
esa noche, pero antes de irnos a dormir conocimos a “Don Gato” quien nos llevó
a una caminata de una hora y media por la selva en medio de la noche,
obligándonos a afinar nuestros sentidos y enseñándonos más de las plantas, sus
propiedades y los mitos amazónicos, regresando a la comunidad tomamos una
pequeña lancha para irnos a “caimanear” o sea buscar caimanes, en medio de la
noche, sobre el intimidante río Amazonas. ¡Muy emocionante! (miedoso jaja). No
encontramos ningún caimán pero bueno, le intentaríamos después.
Atardecer en la comunidad de "El Vergel" |
Don Gato enseñándonos cosas de la selva en medio de la noche. |
*Al siguiente día temprano Don Gato pasa por
nosotros a nuestro hippimovil otra vez pero esta vez en su barquita nueva, nos
llevaría a estrenarla en un paseo por el río Guacarí, allí nadaríamos un poco,
pescaríamos (o al menos haríamos el intento) y compartiríamos con un par de
amables pescadores de la comunidad de “Puerto Triunfo”, regresamos y partimos
de nuevo en nuestra casa/bote sobre el Amazonas.
*La siguiente parada sería la comunidad
indígena artesanal de “Macedonia”, allí paseamos un poco por sus pequeñas
callecitas, vimos algunos talleres de artesanías y por supuesto, compramos
algunos recuerdos.
Comunidad de Macedonia, al fondo el río Amazonas. |
*Un poco más abajo por el Amazonas desviamos
nuestro paso y agarramos el río “Loretoyacu” o simplemente Loreto, ahí
parqueamos nuestro bote a orillas de “Puerto Nariño” que es por lejos unos de
los pueblos más bellos, pintorescos y particulares que he conocido, caminamos
por sus calles, comimos helados de frutos amazónicos y nos subimos al mirador,
desde lo más alto pude decir también que es una de las vistas más hermosas que
he podido tener: El rio Loreto, El río Amazonas, el lago Tarapoto, el pueblo,
sus callecitas libres de autos o motos y la inmensa selva amazónica, increíble!
Me encantó.
Vista desde el mirador de Puerto Nariño. |
Puerto Nariño y el único carro que anda por sus calles, el de la basura. |
*Regresamos al río y tomamos nuestro bote de
nuevo, como suelo olvidar todo entonces me subí al pequeño mezzanine del bote
para escribir cosas en mi libreta cuando de repente me cae una guacamaya
azulamarilla encima, me pega tremendo susto, los chicos se ríen y me dicen que
me relaje, que es amiga del bote, que siempre que lo ve pasar por el pueblo
baja a saludar y a pedir algún postre, hermosa (muy loco).
La amiga con su postre. |
*Después del susto y dejar todo bien apuntadito
seguimos por el rio Loreto hasta el lago Tarapoto mientras caía un magnifico
atardecer, como casi todos en el Amazonas, allí en aquel lago de aguas
tranquilas y paisaje de sueños pudimos ver los delfines rosados, grandes y
tranquilos coqueteando con nosotros, nos metimos a nadar hasta cansarnos cuando
ya casi era de noche pero antes de dormir… Otra vez a buscar caimanes, pero
esta vez iríamos en nuestro bote y con un chico de la comunidad de Tarapoto, él
los buscó por nosotros y los trajo hasta el bote, nos contó un poco sobre ellos,
sobre lo mucho que ha mermado su población, lo importante que es valorarlos y cuidarlos,
unas cuántas fotos y volvimos a soltarlos.
Lago Tarapoto, maravilloso! |
*El tercer día amanecimos amarrados a un árbol
en medio del lago Tarapoto (¿magnifico no?), llovía un poco y era nuestro último
día por lo que no queríamos partir, pero como todavía teníamos cosas por ver,
arrancamos!... Saliendo del lago se nos vienen los delfines encima, los rosados
y los grises, jugueteando locos con nosotros, mi guía se emocionó tanto que
lanzó al agua con ellos sin importarle el frío de la mañana, seguro ese inusual
frenesí fue su amable despedida.
*Los micos, la infaltable foto con los micos,
le conté a mis guías que quería ir a la isla de los micos a sacarme esa icónica
foto amazónica con mi cabeza llena de micos a lo que ellos respondieron al
unísono: “No vamos a permitir que vayas
a ese circo! Tenemos una mejor idea” y bueno, después de nadar con los
delfines allá íbamos, cerca del Tarapoto está el alto del fraile, pequeño
hospedaje-reserva donde los micos habitan, pero en lugar de lanzarse como locos
sobre tu cabeza (y pertenencias), eres tú el que tiene que hacer monerías para
que bajen y se acerquen, más auténtico y lo mejor: Gratis!
*El pirarucú es otro icono de la selva
Amazónica, además de probarlo también queríamos verlo así que allá sería
nuestra próxima parada, llegamos otra vez a Puerto Nariño y agarramos un
sendero entre la selva que nos llevaría como una hora después hasta un
santuario de peces, nos entregan una bolsa llena de carne podrida y nos subimos
al mirador que está al lado de los lagos para lanzarles comida y admirarlos en
todo su esplendor, fantásticos animales!
*De esta manera iría terminando nuestra primera
memorable y maravillosa parte del viaje amazónico con los chicos de hipilandia,
regresamos suave hasta Leticia y luego hasta nuestro hostal en medio de la
selva otra vez, para descansar esa noche allí y compartir con los demás la
experiencia. (En el noticiero, cuando vaya lo entenderá jaja).
Así pasa el tiempo a bordo del hipimovil. |
SEGUNDA PARTE:
*El día quinto ya estábamos por nuestra cuenta,
dejamos con tristeza hipilandia y a los chicos y con una viajera peruana que
conocimos la noche anterior nos fuimos a hacer deporte extremo para olvidar las
penas. Caminamos hasta el kilómetro 10 para encontrar la reserva natural Omagua,
allí haríamos rappel, canopy, caída libre y otras cosas sobre los inmensos
árboles amazónicos, estuvo cansado pero muy muy bueno. (Dato extra: la reserva
funciona también como centro de rescate y recuperación de animales silvestres,
aparte tienen casitas en los árboles que sirven como hospedaje, preciosas y
barato!).
Tomamos el bus y llegamos a Leticia para que
la Peruana comprara pesos y todos compráramos reales, nuestra próxima parada
sería el lado brasilero, Tabatinga.
Tabatinga es una ciudad fea en realidad pero
teniendo la particularidad de que con solo cruzar esa línea imaginaria entre
Colombia y Brasil todo cambie de verdad pues a mí me ha gustado mucho, otro
país, otro idioma, otra cultura, otra moneda, otra cosa! Nuestro chofer nos
dejó en el primer restaurante que vio pero grave error, era un restaurante
peruano! Jaja. Así que con dificultad fuimos preguntando por ahí hasta
encontrar un verdadero restaurante brasilero, afortunadamente la gente es
amable y llegamos pronto al “tres fronteras” muy lindo, muy bien atendido y la
comida interesante, salimos bien llenos y caminamos hasta llegar al puerto,
desordenado y agitado, regresamos y donde escuchamos un vallenato ahí nos
metimos a preguntar si había alguna plaza principal, el chico que afortunadamente
era Colombiano nos explicó y hasta allá fuimos, nos sacamos fotos, compramos
cachaça, comimos açai, nos gastamos nuestros últimos reales en chocolates y nos
sacamos más fotos súper felices en una tienda de artesanías, Tabatinga no es el
pueblo bonito de ensueño que uno pensaría en visitar pero la verdad nosotros sí
que lo hemos disfrutado!
Iglesia de Tabatinga. |
En la tarde y ya
sin nuestra amiga peruana hemos decidido ir al parque principal de Leticia a
ver el espectáculo de aves que se da al atardecer y del que tanto nos habían
hablado, entramos a la iglesia, pagamos unos pesitos, subimos hasta la punta y
bueno, mi hermano que casi nunca dice nada ha dicho:
“¡Wow! A cosas como estas es a lo que debe referirse la
gente cuando dicen que Colombia es realismo mágico”. Y de ahí en adelante puros
“wow” “increíble” “surreal” “absurdo” “precioso” “mágico”…
Parque de Leticia. |
Desde la punta de la iglesia. |
Nuestro sexto y
último día nos levantamos con ganas de todo menos de dejar el Amazonas, nos
había atrapado y enamorado perdidamente pero, aún nos quedaban cositas por ver
así que salimos de nuestro hotel, atravesamos las calurosas calles de Leticia,
llegamos al puerto y tomamos un bote hasta Santa Rosa / Perú.
Santa Rosa es más
pintoresco y pequeñito, puras casitas de madera que dan a un lado por la única
calle de Santa Rosa y al otro lado al río Amazonas, caminamos y caminamos hasta
que nos cansamos, nos sentamos bajo la sombra de un árbol y nos dejamos
contagiar de la tranquilidad y la paz del lugar, regresamos y compramos un
ceviche peruano de pirarucú para el almuerzo, con inka cola, cerveza y música
peruana por supuesto!
Callecita de Santa Rosa. |
Volvimos a Leticia
en otro pequeño bote, recorrimos las calles con suavidad como con ganas de quedarnos
con más de lo que ya se nos había ofrecido, compramos otro poco de artesanías,
dejamos nuestro lindo hotel y partimos al aeropuerto, con más ganas de
quedarnos por siempre que de partir, la verdad…
Datos Útiles:
-Los mosquitos son una verdadera molestia y no
se los va a quitar de encima tan fácilmente pero haga lo posible, use ropa que
cubra lo que más pueda, ropa que no sea negra, tome tiamina y complejo B 10
días antes del viaje y use repelente, mucho repelente!
-El agua no es potable así que trate de andar
con su tarro para hidratarse y tenga cuidado cuando le ofrezcan tentadores
jugos en agua de frutas amazónicas.
-Puede ponerse en contacto con mis amigos de
hipilandia en el número +57 3224209468 (también wsp), si se decide a ir con ellos por
favor llevar saludos de parte del amigo Richy, ellos ya saben. Dependiendo de
los días que tenga en el Amazonas ellos le ayudarán a organizar todo el plan.
-El hotel Amazon B&B no es tan económico pero el desayuno está incluido dentro del precio (Tremendo desayuno), está muy bien ubicado, muy lindo, cómodo y muy bien atendido.El contacto es: 310 777 2249.
-Subir a la torre de la iglesia de Leticia
cuesta solamente 1 dólar ¡Tiene que ver el atardecer desde allá! (No entiendo
cómo es que no había nadie).
-Para ir a Tabatinga desde Leticia tome un
motocar, rápido y barato.
-Para ir a Santa Rosa tome un bote en el
puerto, también es rápido y barato.
-La subida al mirador de Puerto Nariño cuesta 5.000 COP, vale la pena.
-En ninguna parte nos pidieron certificado de
vacunas pero el sentido común va primero, vacúnese! (fiebre amarilla, tétano).
-El bloqueador solar y sombrero también son
elementos importantes.
-Aparte de la cámara fotográfica en varios
momentos quisimos tener con nosotros unos buenos binoculares, si los tiene no
dude en llevarlos.
-Relájese, disfrute, respete mucho y enamórese del Amazonas.